martes, 25 de noviembre de 2008

De dones y otros escapes

Hay quienes tienen voces melodiosas. Otros hacen de sus cuerpos una viva expresión del ritmo. Algunos pocos logran combinar la buena retórica con contenido.
Hay quienes tienen habilidad manual y pintan, dibujan, construyen, tejen. Otros tienen buena mano –que no es lo mismo que el grupo anterior– y hacen crecer y reverdecer cuanto tocan. Algunos dominan el vasto universo de los números.

Hay quienes son capaces de crear música y parecen vivir con banda sonora. Otros tienen sazón al cocinar. Algunos logran sentir y controlar su cuerpo a través del deporte.

Yo, en cambio, escribo. Disfruto la libertad que te da una página en blanco, expectante, dispuesta. Aunque tal vez miento, y sólo me siento cómoda con la seguridad de la palabra escrita, prueba irrefutable, testigo silente.

Podría iniciar de nuevo mi divagación por la diversidad, pero no. Simplemente diré que hay muchos tipos de escritores. Y como no oso considerarme una, añadiré que hay también diferentes maneras de escribir.

Yo soy, por ponerle un nombre, una escritora depresiva –¿o una depresiva escritora?–. Es decir, pertenezco a ese grupo de los que escribimos como catarsis ante la tristeza, ante la decepción, ante la angustia, ante la soledad. Y no es que piense que sólo la soledad o la tristeza existen, sencillamente siento que todo cuanto escribo en periodos de amor suena irremediablemente cursi. Es por eso que, en medio de mi convulso mar de sentimientos y recuerdos, he empezado a escribir, en la espera de que del desamor florezcan, al menos, algunas líneas legibles. Afirma Benedetti que “en el amor no hay posturas ridículas ni cursis ni obscenas. En el no amor todo es ridículo y cursi y obsceno.”

Vayan pues mis ridiculeces, cursilerías y obscenidades abriéndome camino en este no amor por descubrir.

domingo, 23 de noviembre de 2008

Preludio


Nunca quise abrir un blog. Pensaba que era estúpido suponer que algún perfecto desconocido se interesaría por mis anécdotas, mis opiniones, mis juicios de valor –esos que, empecinadamente, me son prohibidos en la universidad–. Sin embargo, no pocas veces he sido asidua de algún buen blog; de antemano aviso que no pretendo alcanzar ese nivel. Ayer, Alguien salió de mi vida dando un portazo, lo que de manera alguna significa que la puerta está cerrada: oscila de un lado a otro –lo hará por algún tiempo–…y de repente recuerdo a Calzadilla diciéndonos que escribiéramos, todo, cualquier cosa. Empiezo, pues, este blog, que –dicho sea de paso– no está dirigido a nadie más que a mi; excepto tal vez por la ilusión sobreviviente de que Tú lo leas y sepas, así, de mi. Buen viento y buena mar...